Augusto Monterroso, guatemalteco, nació en
1921 y vivió en el exilio la mayor parte de su vida. Ganador del Premio “Juan
Rulfo” de cuento y candidato al Nobel de Literatura, ha escrito relatos, fábulas
y ensayos celebrados en todo el mundo. En su novela “Lo demás es silencio”,
aparece este curioso decálogo de doce mandamientos, en la voz de Eduardo Torres,
un personaje ficticio a través del cual Monterroso escribió varios artículos
satíricos sobre el gremio de los escritores.
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Primero.
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también.
Escribe siempre.
Segundo.
No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos,
como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual
sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace
justicia.
Tercero.
En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: "En
literatura no hay nada escrito".
Cuarto.
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras;
lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas
nada con cincuenta palabras.
Quinto.
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es
ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que
es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de
noche.
Sexto.
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la
prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la
tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida
tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.
Séptimo.
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen
novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un
buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se
entristezcan.
Octavo.
Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los
ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el
estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.
Noveno.
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando
sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera
sabiduría que puede acompañar a un escritor.
Décimo.
Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta
siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando
procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más
inteligente que él.
Undécimo.
No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general
es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no
intentarías meterte en este oficio.
Duodécimo.
Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores
tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor
apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y
nadie tratara de tocarte el saco en la calle, ni te señalara con el dedo en el
supermercado.
Por último, hay que aclarar que el Decálogo, según
comunicación del propio Torres, tiene doce mandamientos con el objeto de que
cada quien escoja los que más le acomoden, y pueda rechazar dos, al gusto. “Si
la raza humana”, añade, “ha rechazado siempre la ley de Dios, ésta es una
precaución hasta cierto punto ingenua".
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lunes, 17 de septiembre de 2012
Decalogo del escritor
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